EDUCACIÓN O ADIESTRAMIENTO
Alberto Sanfrutos
La asignatura de Educación para la Ciudadanía será sustituida por una de
formación "cívica y constitucional" que, según el Ministerio de Educación del
gobierno del Partido Popular, estará "libre de cuestiones controvertidas y de
adoctrinamento ideológico". Curiosamente, la Conferencia Episcopal Española
que, en contra de la opinión de la inmensa mayoría de la comunidad educativa
incluidos los centros concertados, impulsó el boicoteo a esta asignatura común
a toda la Unión Europea, ha aplaudido esta decisión del ministro Wert.
Una asignatura que enseña respeto a la diversidad, las relaciones personales,
la vida en comunidad, la igualdad entre hombres y mujeres, la Constitución o
los derechos humanos, será sustituida por otra cuyo temario consistirá en una
serie de nociones basadas en consignas dictadas por los elementos más
reaccionarios de la iglesia católica. Así, mientras que criticamos, con toda la
razón del mundo, el ascenso del integrismo fanático y reaccionario en los
países de religión musulmana, en España se permite que sea la facción más
recalcitrante y carca de la institución eclesial la que determine cuáles son los
aspectos que han de regir el desarrollo de la vida en común de todos los
ciudadanos, que no súbditos o borregos, en un país como el nuestro,
democrático, aconfesional, bajo la tutela efectiva del derecho y que, en teoría,
disfruta de todas las libertades que garantiza la Constitución.
Con esta contrarreforma de espíritu tridentino, el punto de vista
ultraconservador de los jerarcas de la Iglesia en España con respecto a la
sexualidad (dirigida únicamente a la procreación y dentro del matrimonio); el
divorcio (lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre); el aborto (negación
del derecho reproductivo y sexual de las mujeres); o la familia (la única posible
es la formada por un hombre y una mujer), se impone a la manera libre de ver
las cosas de una sociedad totalmente secularizada y alejada hace muchos
años de las tesis de la carcunda eclesiástica; un poder fáctico que no condena
la pena de muerte, que identifica a las abortistas con asesinas, y que aspira, y
parece que va a conseguirlo, a que lo que ellos catalogan como “pecados
mortales”, es decir, el sexo libre, el aborto, la homosexualidad, el relativismo y
el laicismo, sean temas que no deben ser tratados ni formar parte de la
educación de nuestros ciudadanos en ciernes.
Esta manera de actuar del PP es consecuente con un concepto de ciudadanía
muy alejado de lo que la inmensa mayoría entiende como tal, es decir, “el
conjunto de las personas de un pueblo o nación, dotadas de una madurez de
pensamiento, con criterio propio y con plena libertad de palabra y acción”, y,
por el contrario, muy próximo al concepto que de los ciudadanos tiene la
iglesia, es decir: una grey, un rebaño, un ganado bajo la tutela de sus pastores,
un conjunto de súbditos eternamente menores de edad que deben mirar y
seguir de manera ciega unas máximas, unos mandatos, unas directrices, unos
dogmas predicados por los ulemas o los obispos, que son los únicos
poseedores de la verdad.
Pues ya puestos, le sugiero al ministro Wert que, en lugar de una descafeinada
formación "cívica y constitucional” sustituya directamente la Educación para la
Ciudadanía por el añorado Catecismo del padre Jerónimo Ripalda
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