viernes, 22 de junio de 2012

EDUCACIÓN O ADIESTRAMIENTO
Alberto Sanfrutos

La asignatura de Educación para la Ciudadanía será sustituida por una de


formación "cívica y constitucional" que, según el Ministerio de Educación del

gobierno del Partido Popular, estará "libre de cuestiones controvertidas y de

adoctrinamento ideológico". Curiosamente, la Conferencia Episcopal Española

que, en contra de la opinión de la inmensa mayoría de la comunidad educativa

incluidos los centros concertados, impulsó el boicoteo a esta asignatura común

a toda la Unión Europea, ha aplaudido esta decisión del ministro Wert.

Una asignatura que enseña respeto a la diversidad, las relaciones personales,

la vida en comunidad, la igualdad entre hombres y mujeres, la Constitución o

los derechos humanos, será sustituida por otra cuyo temario consistirá en una

serie de nociones basadas en consignas dictadas por los elementos más

reaccionarios de la iglesia católica. Así, mientras que criticamos, con toda la

razón del mundo, el ascenso del integrismo fanático y reaccionario en los

países de religión musulmana, en España se permite que sea la facción más

recalcitrante y carca de la institución eclesial la que determine cuáles son los

aspectos que han de regir el desarrollo de la vida en común de todos los

ciudadanos, que no súbditos o borregos, en un país como el nuestro,

democrático, aconfesional, bajo la tutela efectiva del derecho y que, en teoría,

disfruta de todas las libertades que garantiza la Constitución.

Con esta contrarreforma de espíritu tridentino, el punto de vista

ultraconservador de los jerarcas de la Iglesia en España con respecto a la

sexualidad (dirigida únicamente a la procreación y dentro del matrimonio); el

divorcio (lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre); el aborto (negación

del derecho reproductivo y sexual de las mujeres); o la familia (la única posible

es la formada por un hombre y una mujer), se impone a la manera libre de ver

las cosas de una sociedad totalmente secularizada y alejada hace muchos

años de las tesis de la carcunda eclesiástica; un poder fáctico que no condena

la pena de muerte, que identifica a las abortistas con asesinas, y que aspira, y

parece que va a conseguirlo, a que lo que ellos catalogan como “pecados

mortales”, es decir, el sexo libre, el aborto, la homosexualidad, el relativismo y

el laicismo, sean temas que no deben ser tratados ni formar parte de la

educación de nuestros ciudadanos en ciernes.

Esta manera de actuar del PP es consecuente con un concepto de ciudadanía

muy alejado de lo que la inmensa mayoría entiende como tal, es decir, “el

conjunto de las personas de un pueblo o nación, dotadas de una madurez de

pensamiento, con criterio propio y con plena libertad de palabra y acción”, y,

por el contrario, muy próximo al concepto que de los ciudadanos tiene la

iglesia, es decir: una grey, un rebaño, un ganado bajo la tutela de sus pastores,

un conjunto de súbditos eternamente menores de edad que deben mirar y

seguir de manera ciega unas máximas, unos mandatos, unas directrices, unos

dogmas predicados por los ulemas o los obispos, que son los únicos

poseedores de la verdad.

Pues ya puestos, le sugiero al ministro Wert que, en lugar de una descafeinada

formación "cívica y constitucional” sustituya directamente la Educación para la

Ciudadanía por el añorado Catecismo del padre Jerónimo Ripalda

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